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Y cuando Nueva York despertó, Trump seguía allí

Crónica de una noche electoral en midtown Manhattan, Nueva York

 

 

 

Nueva York

Lleva más de 40 años en Nueva York. Es taxista y ha ejercido esta profesión des de que llegó ilegalmente a este país. Es de Colombia, pero se siente Neoyorquino, y dice que, a pesar de que Nueva York es la mejor ciudad del mundo, siempre hay algo de racismo en los Estados Unidos. Esta noche está triste. Por primera vez no ganó el candidato que él votó (des de que puede ejercer su derecho de voto): “En mi opinión no ha ganado Hillary porque es mujer, y porque este país es muy racista”, comenta con decepción.

Decepción es una de las palabras que mejor describen las caras de los votantes demócratas y de muchas personas. Al principio incredulidad, luego decepción. Y al final, frustración, rabia. Caras largas, algunas personas llorando fuera de Javits Convention Center, donde Hillary Clinton tenía que ir después de las elecciones, ganara o no, pero donde nunca fue.

Midtown Manhattan se ha convertido esta noche en el escenario de las elecciones norteamericanas. Los dos candidatos eligieron dos hoteles de midtown para seguir los resultados. Donald Trump, en el Hilton Midtwon, y Hillary Clinton, justo al lado, a menos de una milla, en el hotel Península. Las medidas de seguridad son extremas. Hay muchos policías.

Un chico afroamericano, que espera en la sexta avenida la salida de Hillary Clinton del hotel, comenta, con mirada incrédula y mucha pena, que “no esperaba la victoria de Donald Trump” y que se siente “enfermo de pensar que alguien sin experiencia política pueda llegar tan lejos”.

Dice que no se siente representado por Trump: “no representa lo que América es porque su eslogan es ‘Hacer América grande otra vez’ pero, ¿cuándo ha sido América grande para las minorías? Nunca ha sido bueno para nosotros. Si él quiere hacer América grande otra vez será para la supremacía blanca”, dice enojado.

Muy cerca, en la quinta avenida y la calle 57, el ambiente es de euforia.

Al principio de la noche los simpatizantes de Trump se iban acercando tímidamente sin expresar demasiado aunque se notaba alegría y esperanza contenidas. Pasadas las diez y media, algunos simpatizantes se acercaron con gorras, camisetas y carteles de Trump mientras se atrevían a gritar alguna consigna. La euforia era cada vez más palpable.

Cuando la victoria de Trump ya se hizo evidente, los simpatizantes, unas cien personas enfrente de la Trump Tower y unas cuatrocientas enfrente del hotel Hilton Midtown, estallaron a gritos. Se escuchaban cánticos como: “Build the wall”, “Lock her up” o “Make America Great Again”. La mayoría de las personas, blancas.

El clima antes de las elecciones en la ciudad de Nueva York era muy favorable a Hillary Clinton, todas las encuestas indicaban una victoria de la candidata demócrata y parecía muy improbable que ganara Trump.

¿Quiénes son los votantes de Donald Trump en una ciudad como Nueva York, donde supuestamente parte de la clase trabajadora y las minorías han votado a Clinton?

 

“Soy una mujer blanca, con cultura, tengo una carrera universitaria y voto por Trump”
Un chico de unos treinta años explica, con alegría contenida, porque votó a Trump: “Es algo diferente. No necesitamos otro político codicioso. Yo vengo de una familia de clase obrera y durante los últimos ocho o diez años los políticos corruptos nos han jodido, tanto republicanos como demócratas. Me gusta Trump porque irá a Washington y sacara toda la mierda que hay allí”.

Adela votó también por Donald Trump. Blanca, americana, lleva una gorra con el eslogan de Trump. Ella ha votado por el partido republicano en otras ocasiones pero esta vez votó muy convencida de que esta era la mejor opción: “Yo quiero honestidad”, y añade, “no me gusta la globalización, no hay nada malo en proteger tus propias fronteras, tu propio país, tu gente”.

Adela cree que Estados Unidos es una “oligarquía” y que Trump va “a luchar para la mayoría de la gente y contra las corporaciones para llevar de nuevo la producción aquí y levantar a ciudades como Detroit, donde parece que haya caído una bomba nuclear”.

Taryn Powman es rubia, delgada y lleva un abrigo rojo. Ha venido a celebrar la victoria de Trump con dos amigas y posan delante de los medios, sonrientes. Dice: “Soy una mujer blanca, con cultura, tengo una carrera universitaria y voto por Trump porque es de confianza”.

Comenta con pasión que ha apoyado al candidato republicano des del inicio porque considera que “Hillary Clinton es una persona muy mala”. “Me encanta Trump porque creo que habla des del corazón”.

Otro simpatizante de Trump, que va enseñando una camisa del candidato a las personas que pasan por la calle, tiene muy claro que: “no me gusta Clinton porque es corrupta así que tomé una oportunidad con Trump.” Confiesa que siente un poco de miedo por lo que pueda pasar pero que es tiempo de cambiar el sistema que se ha hecho demasiado corrupto.

Dice que le gustaba Bernie Sanders: “Si hubiera ganado las primarias, creo que habría ganado a Trump fácilmente. Se necesitaba un candidato muy malo para que Trump ganara”.

 

“Estoy con ella pero no confío en ella”
Uno de los sentimientos más comunes entre el electorado de Nueva York antes de las elecciones era la sensación de tener que votar a Hillary Clinton para evitar el terrible escenario de una victoria de Donald Trump. Muchos de los votantes se apuntaron a hacer campaña para ella poco convencidos de que fuera a ser una buena presidenta. Su implicación con Wall Street y las recientes filtraciones de Wikileaks de sus emails, la hacían una candidata de poca confianza.

Marta Cruger sale de trabajar en el hotel Presidencial donde estaba hospedada esta noche Hillary. Se siente triste porque dice que no esperaba la derrota de Clinton y le duele que gane “alguien que ataca a los inmigrantes de esta manera, en un país hecho de inmigrantes y siendo él mismo un inmigrante”. Es colombiana de origen. Explica que en otras ocasiones en que había trabajado para ella y su marido siempre habían tratado muy bien a los empleados.

Pero algunos de los votantes demócratas no tienen tan buena opinión sobre ella.

El chico afroamericano, milenial, sigue esperando en la sexta avenida si sale Hillary. Comenta que se considera demócrata, pero que en estas elecciones dudó porque, “estoy con ella pero no confío en ella”.

“Hubiera votado por Bernie Sanders”, dice con la mirada fija en la calle, rodeado de seguidores de Trump cada vez más eufóricos, y él, como muchos demócratas hoy, con la sensación de no poder creer que finalmente, el más malo ganó.

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