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Grace Blakeley: “Facebook tratando de tomar el control del sistema de pago es la siguiente etapa en la financiarización de las corporaciones”

“Algunas empresas tienen grandes cantidades de dinero en efectivo y prestan ese dinero, casi comportándose como bancos. Por ejemplo, Facebook tratando de tomar el control del sistema de pago. Es otra etapa de la financiarización de la corporación”

“El Nuevo Laborismo aceptó la naturaleza del modelo que creó Margaret Thatcher y trató de hacerlo menos desigual. Terminó financializándo al Estado al atraer inversores privados para ejecutar el gasto público en nombre de la nación” 

“Al socializar la propiedad, ya sea nacionalizar las empresas o que los trabajadores tengan una parte de la propiedad de las compañías, se desafía el modelo de propiedad privada que sustenta el capitalismo y se democrátiza la economía”

Diana Gener

Orignially published El Diario.es

Grace Blakeley, economista e investigadora del Institute of Public Policy Research (IPPR).
Grace Blakeley, economista e investigadora del Institute of Public Policy Research (IPPR). Repeater Books

Una década después de la Gran Recesión del 2008 y supuestamente a las puertas de la próxima, los sueldos y la productividad están estancados, la desigualdad ha aumentado y la crisis climática es una realidad. Sin embargo, antes de 2008, los países ricos vivieron un aumento del nivel de vida bajo la burbuja del endeudamiento y la globalización, con bienes baratos disponibles, aumento de los precios de la vivienda y la internacionalización de un complejo sistema de finanzas. La economista británica Grace Blakeley analiza los años previos a la Gran Recesión, la crisis y los diez años de resaca en su primer libro Stolen. How To Save The World Of Financialization (editorial Repeater) —Robado. Cómo salvar el mundo de la financiarización—, todavía sin traducción al español.

Blakeley (1993), estudió política, filosofía y economía en la Universidad de Oxford y cursó más tarde un máster en estudios africanos. Es colaboradora regular en la revista New Statesman y una de las caras jóvenes más conocidas de la izquierda en el Reino Unido, comentarista habitual en los medios británicos. Blakeley es miembro del Partido Laborista y forma parte del Forum Nacional del partido. Se autodenomina socialista o socialista democrática, en sintonía con Bernie Sanders y Ocasio-Cortez en los Estados Unidos o Podemos en España. En un artículo en el New Statesman en enero de este año, Blakeley le reprochaba al líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn su ambigua posición respeto el Brexit. Según Blakeley, el partido laborista debería tener una posición más firme a favor de separarse de la Unión Europea y ofrecer propuestas a una clase trabajadora que se ha empobrecido después de los 10 años de fuerte austeridad. Recientemente, y de cara a las próximas elecciones del 12 de diciembre convocadas por el presidente Boris Johnson para desatascar la salida británica de la Unión Europea, el partido laborista ha presentado el Manifesto Laborista con una propuesta firme para socializar la economía y un proyecto de Green New Deal para el Reino Unido.

En Stolen, Blakeley lleva al lector a un viaje por la evolución y expansión del capitalismo y del neoliberalismo desde la posguerra de 1945 hasta la Gran Recesión de 2008. La autora se enfoca principalmente en los Estados Unidos y el Reino Unido, centrándose en cómo quebró el pacto de posguerra en los 70 y con ello el fin de la época dorada del capitalismo. Con el final del acuerdo de Bretton Woods, que fijaba el valor del dólar respecto al oro, y la llegada de Margaret Thatcher al poder, la economía se globaliza y empieza la financiarización del capital. Blakeley le llama crecimiento impulsado por las finanzas (finance led-growth) y la consecuente imposición del neoliberalismo como el modelo hegemónico. Según Blakeley, este modelo llega a su fin con la crisis del 2008. A diez años de la mayor recesión económica desde la Gran Depresión de 1929, Blakeley prevé una nueva recesión y la llegada de cambios políticos importantes. 

Durante la presentación de su libro en Nueva York, tuvimos la posibilidad de conversar con la economista sobre su libro, el estado de la economía actual, el Brexit, las elecciones en el Reino Unido y el futuro de la Unión Europea. 

En su libro habla de la próxima recesión. ¿Cuándo cree que va a suceder? Escribe que si sucede estaríamos en una situación muy complicada porque en esta última década los bancos centrales han hecho un amplio uso de la política monetaria -los tipos de interés y el uso del Quantitative Easing (la compra de activos de deuda publica por parte de los bancos centrales)- de manera que quedaría poco margen de maniobra. ¿Cuáles son las opciones?

Creo que se caracterizará por una recesión en los Estados Unidos durante al menos los próximos dos años, en el Reino Unido será potencialmente más rápido, dependiendo de lo que ocurra con el Brexit, y en la zona euro se ha empezado a ver que emerge, por lo que probablemente tendrá lugar en el próximo año o en dos. Ya se ha empezado a ver la desaceleración de China. Esta desaceleración se va a precipitar y podría tener un impacto en todos los socios comerciales de China.  Ya estamos viendo una desaceleración, como cabría esperar 10 o 15 años después de la última, pero también hay un montón de factores de riesgo que la podrían exacerbar. Obviamente, la guerra comercial -de la que todo el mundo habla-, los problemas preexistentes en la eurozona -que aún no se han resuelto-, el Brexit -siendo un problema también-, pero principalmente está el problema de la deuda.

Tenemos una deuda global aproximadamente tres veces mayor que el PIB. China tiene una gran cantidad de deuda particularmente pública y corporativa que está aumentando, como la deuda de los hogares, una gran parte de la cual es propiedad de los bancos centrales, por lo que potencialmente es más fácil de ajustar si se vuelve impagable, pero aún así hay mucha deuda creada.

La deuda de las corporaciones en los Estados Unidos es una burbuja, y cuando empecemos a ver una desaceleración, comenzaremos a ver que muchos negocios se vuelven insolventes. Lo mismo se puede decir del Reino Unido, donde se está empezando a ver quebrar un montón de negocios porque están muy endeudados.

Lo más importante, a pesar de todo, creo que está en Australia, Canadá y Nueva Zelanda, donde existen niveles altos de endeudamiento de los hogares, precios de la vivienda muy elevados y grandes déficits en cuenta corriente. Esto indica que estos países están experimentando una tendencia similar a la que experimentaron los Estados Unidos y el Reino Unido antes de la crisis financiera, como por ejemplo la burbuja inmobiliaria, por lo que la próxima ralentización podría hacer estallar esta burbuja inmobiliaria en esos países con todo el caos que generaría. No sería una segunda parte de la crisis de  2008 pero crearía un montón de problemas en estas economías.

Hay muchos factores de riesgo y, obviamente, tenemos la política monetaria. No hemos alcanzado la normalización de la política monetaria desde 2008. Hay menos margen de maniobra en términos de reducir las tasas de interés, pero también está la pregunta de qué va a pasar con el QE [Quantitative Easing]. La eurozona se está expandiendo y superando su programa de QE. En la próxima recesión, creo que es poco probable que el QE no vuelva a aumentar. Los bancos centrales continuarán comprando activos y se ha visto en Japón que los balances del banco central alcanzan el 100% del PIB del país. Es poco probable que eso suceda a ese nivel en los Estados Unidos, el Reino Unido y la eurozona, pero comenzaremos a ver que el QE se normaliza, que este es ahora la nueva norma en la política monetaria. Pienso que mucho de lo que suceda después dependerá de la política fiscal, porque en ese contexto de una política monetaria bastante restringida, la única forma en que se podrá enfrentar la próxima recesión es a través de la política fiscal. Para mí, esa idea de un Green New Deal proporciona un margen de maniobra potencial para la próxima recesión porque se basa en ambas, la demanda y la inversión, y también en ecologizar la economía a largo plazo.

En su libro Stolen habla del concepto crecimiento impulsado por las finanzas del que dice es el modelo que teníamos antes de la Gran Recesión y lo llama también extractivismo financiero. A la situación en la que estamos ahora lo define como capitalismo de los monopolios. ¿Puede explicar qué significan estos conceptos?

En el libro analizo el crecimiento impulsado por las finanzas en la década de 1980. Los vínculos entre este crecimiento y el surgimiento de los monopolios se reducen a la forma en que las corporaciones han cambiado. La financiarización de la corporación ha llevado al predominio de esta idea de “valor para el accionista” que en la década de los 80 condujo a un montón de OPA hostiles [Oferta Pública de Adquisición], inversores activistas, grandes inversores que compraban compañías, despojaban sus activos y los vendían.

Esa tendencia duró un tiempo, durante el auge que tuvo lugar en la década de 1980, pero a lo largo de la década de 1990 comenzamos a ver un diferentes cosas con un enfoque mucho mayor en fusiones y adquisiciones. Después de este tipo de auge de OPA hostil de los años 80, se vio en los años 1990 y 2000 el aumento de fenómenos como las compras de apalancamiento de la deuda, así como compañías que cargan la deuda y la usan para comprar corporaciones enteras e incorporarlas a las empresas o ejecutarlas como subsidiarias separadas.

Esto ha llevado al surgimiento de grandes monopolios. Estamos acostumbrados a hablar de los monopolios de las empresas de tecnología, pero el capitalismo en su conjunto, particularmente en los Estados Unidos y el Reino Unido, se ha concentrado mucho más en un pequeño número de empresas muy grandes y, obviamente, muchas de estas empresas tienen el poder de fijar precios y lo hacen restringiendo la inversión y la producción. Eso ha llevado a una situación en la que tienes una gran corporación, que es un monopolio, que no invierte tanto como podría en la producción sino que restringe esa producción para explotar sus ganancias. Algunas empresas tienen grandes cantidades de dinero en efectivo y prestan ese dinero, casi comportándose como bancos. Por ejemplo, Facebook tratando de tomar el control del sistema de pago. Es la siguiente etapa en la financiarización de las corporaciones.

En el libro argumenta que en los años 70 el consenso keynesiano se rompió con el fin del acuerdo de Bretton Woods y el aumento de los flujos de capital a nivel mundial. ¿Puede explicarlo?

La teoría del cambio en el libro trata sobre el equilibrio de poder entre las diferentes fuerzas de clase en la sociedad. El sistema de Bretton Woods institucionaliza un conjunto de acuerdos que promueven el poder de las personas que viven del trabajo, particularmente de los sindicatos, protege el poder del Estado y limita el poder del capital. Y eso lleva al desarrollo de la socialdemocracia, el período de posguerra. Se obtiene un sistema en el que el poder de los trabajadores está más institucionalizado, lo que conduce a un modelo económico más igualitario, menos extractivo y más productivo. Lo que se empieza a ver en la década de 1970 es que el modelo comienza a desmoronarse, y mi argumento en el libro es que todas las formas de capitalismo, ya sean socialdemócratas, neoliberales, lo que sea, están sujetas a sus propias contradicciones lo que significa que si el sistema se desarrolla, comienzan a surgir problemas que eventualmente conducen a una crisis. En la década de 1970 tenemos  una larga crisis, una década de agitación política y económica, conflictos entre los sindicatos y el Estado, y esto lleva al colapso del orden socialdemócrata. La socialdemocracia se basó en ocultar conflictos de clase, como dar concesiones a los trabajadores organizados u obligando a los jefes a llegar a un acuerdo para tener un sistema estable que no genere mucha desigualdad. Pero en 1970 ese sistema se volvió inviable porque ese conflicto se desbordó y se resolvió en una larga década de crisis  a favor del capital. Entonces, hubo un cambio en el equilibrio de poder entre estos dos grupos: El capital toma el control del Estado y usa ese control para institucionalizar un nuevo modelo que es el crecimiento liderado por las finanzas.

Portada del libro 'Stolen: How to Save the World from Financialisation', de Grace Blakeley.
Portada del libro ‘Stolen: How to Save the World from Financialisation’, de Grace Blakeley. Repeater Books

¿Qué pasó con el Nuevo Laborismo? ¿Cómo terminaron los ex primer ministros laboristas del Reino Unido Tony Blair y Gordon Brown convencidos de que el neoliberalismo era el nuevo orden mundial y la única solución posible en los años 90? 

La forma en que lo planteo en el libro es que el Nuevo Laborismo básicamente aceptó la naturaleza fundamental del modelo que creó Margaret Thatcher y trató de hacerlo un poco menos desigual. Así que, en diferentes maneras, el Nuevo Laborismo desreguló el sector financiero más de lo que Thatcher lo había hecho, con esa idea de darle un ligero retoque a la desregulación. 

Sostengo que Thatcher no estaba tan interesada en el Estado, pero el Nuevo Laborismo terminó financializándo al Estado al atraer inversores privados para ejecutar el gasto público en nombre de la nación. Así es como se aceptan iniciativas financieras privadas, desastrosas, donde básicamente el Gobierno dice aceptar dinero de los mercados de capital para luego usar este dinero para construir un tren, lo que es básicamente un gran subsidio del contribuyente a los inversores privados. Ese modelo funciona bien en medio de un gran auge financiero en el que hay toneladas de dinero, se está creciendo lo suficiente y los precios de la vivienda están aumentando rápido como para que las personas no noten que el sistema es fundamentalmente inestable. Pero tan pronto como la crisis financiera llega, todo eso se desvanece. Y el Nuevo Laborismo también.

Después de la Gran Recesión, se ha visto en economías como la de los Estados Unidos y el Reino Unido un empeoramiento de las condiciones de los trabajadores con sueldos estancados, baja tasa de paro en los Estados Unidos -pero con trabajos inestables y precarios-, una deuda corporativa muy alta, decaimiento de la inversión pública y privada y un estancamiento de la productividad. Aun así, se escucha decir que la economía funciona bien, por ejemplo lo dice constantemente Trump, o también se escucha que España se recupera. ¿Es cierto? ¿Está la economía mejorando? 

Lo dicen para cubrirse las espaldas. Si nos fijamos en las economías globales del norte, hay un montón de problemas parecidos. La productividad se ha frenado, los salarios se han estancado en gran medida, la deuda de los hogares es muy alta: sigue siendo un problema en España hasta hoy. En España hubo esta situación demente en la que si no podías pagar la hipoteca tenías que hacerlo igualmente, lo cual es una absoluta locura. De la misma manera que todavía hay un gran sobreendeudamiento en los Estados Unidos y el Reino Unido, hay un sobreendeudamiento masivo en España porque la gente tiene que dedicar sus ingresos a pagar la deuda.

Todo eso limita el gasto del consumidor, lo que reduce la producción, desalienta a las empresas a invertir y conduce al estancamiento. Ese es el caso en la mayoría de las economías del mundo rico. La medida en que eso ha impactado al crecimiento difiere de un país a otro, por lo que en la zona euro se han visto niveles muy bajos de crecimiento, lo mismo en el Reino Unido en los últimos años. En los Estados Unidos se ha visto un buen crecimiento hasta hace poco y ahora parece que se para y empezará a caer de nuevo. El modelo económico que hemos tenido durante los últimos 40 años se ha basado en la creación de toneladas de deuda para estabilizar el sistema. Desde la crisis financiera, esa deuda ha seguido existiendo pero no se ha podido crear mucha nueva deuda. La gente se está enfocando en pagar la vieja deuda lo que limita los ingresos, limita el gasto del consumidor, restringe la inversión, etc. Cuando llegue la próxima recesión, nos encontraremos en una situación en la que la burbuja de la deuda se verá menos estable de lo que nunca se ha visto. 

La austeridad fue la respuesta para enfrentar la crisis en la eurozona. ¿Estaríamos en otra situación si se hubieran implementado otras políticas durante estos 10 años? ¿Era posible?

Sí, definitivamente. Podríamos haber respondido a la crisis financiera a través de la inversión, la idea del Green New Deal surgió en 2008 cuando un grupo de economistas se reunió y dijeron que se tenía que hacer un gran programa de inversión que a la vez hiciera la economía más sostenible. No lo hicimos. Lo que se hizo fue recortar el gasto, lo cual empeoró todo, porque si el principal problema es el hecho de que las personas no gastan suficiente dinero y las empresas no invierten lo suficiente, es un problema de demanda en la economía.

Si el gobierno también reduce su gasto, eso agrava el problema. Además de reducir la demanda, los gobiernos han reducido la inversión. Al hacerlo, han limitado la productividad porque en los Estados Unidos y en el Reino Unido, particularmente, hay una infraestructura deteriorada -los trenes no funcionan correctamente, los sistemas de salud y educación tampoco funcionan- y todo eso se junta para tener un impacto en la productividad. Obviamente, también fracasamos en la descarbonización.

Podríamos haber respondido en 2008 mediante la inversión en tecnología verde, transportes, en reducir de la desigualdad, en todo este tipo de cosas. Esto habría disminuido el impacto de la recesión en aquel momento a la vez que impulsado la producción y la productividad a largo plazo. Pero no lo hicimos y es por eso que estamos en esta situación.

¿Qué piensa del futuro de la Unión Europea? ¿Tiene futuro?

Tal como están las cosas, no creo que la eurozona sobreviva a la próxima recesión. Y creo que la razón es la forma en que se resolvió la crisis de la deuda soberana. La forma sensata de hacerlo habría sido formalizar la unión monetaria como una especie de unión política, que es lo que algunas personas querían hacer. Entonces, además de tener una moneda centralizada, también se tendrían impuestos y gastos a nivel de la eurozona, que permitiría redistribuir entre los segmentos más y menos productivos de la economía.

La otra forma de hacerlo habría sido recaudar un montón de dinero e incrementar enormemente la inversión en las economías del sur de Europa, lo que habría impulsado su productividad. El problema es que la diferencia de productividad entre el norte y el sur de la eurozona se manifiesta en diferentes niveles de competitividad. Las exportaciones alemanas son altamente competitivas básicamente porque tuvieron una política de rebaja salarial durante las últimas décadas, mientras que las exportaciones griegas o italianas no son particularmente competitivas. Lo que esto ha hecho es básicamente permitir una transferencia masiva de riqueza entre las economías del sur y del norte de Europa.

La forma sensata de resolver la crisis de la deuda habría sido recuperar parte de esa riqueza invirtiendo nuevamente en el sur para aumentar la productividad y permitir, por ejemplo, a las exportaciones griegas, competir de la misma manera que las exportaciones alemanas. Pero eso no hubiera sido muy popular entre los que les ha ido bien con el euro, principalmente Alemania y Francia, por lo que básicamente intentan resolver esta disparidad de productividad imponiendo la deflación en la zona euro básicamente diciendo que hay que recortar los salarios, reducir la inflación y reducir todos sus costos hasta que los bienes parezcan tan baratos para los inversores internacionales como lo desea Alemania.

Básicamente han tenido éxito en Grecia y lo han hecho a costa de maximizar la pobreza. Portugal es un caso diferente. La eurozona ha permitido que adopte un enfoque más socialdemócrata. Pero ahora vemos problemas similares en Italia y España, y eso está trayendo de nuevo la crisis de la deuda soberana, básicamente el hecho de que estas disparidades de productividad no se han resuelto o se han resuelto de una manera que crea pobreza y limita el crecimiento.

Vamos a ver cambios sustanciales en la Unión Europea en los próximos cinco años. O bien se llega a lo que los franceses quieren, que es mucha más integración -presupuestos y sistema de impuestos centralizados- o se termina con la ruptura de la Unión Europea en una especie de dos eurozonas divididas, con una unión del sur y otra del norte de Europa, o simplemente la ruptura total del bloque. Vamos hacia una recesión global y eso va a cambiar la política en muchos países, particularmente en la eurozona.

En los Estados Unidos se han alcanzado altos niveles de empleo (aunque es precario y temporal) pero todavía existe una baja inflación, eso no coincide con lo que predice la curva de Phillips. ¿Por qué piensas que esto está sucediendo?

[La curva de Phillips] ha sido claramente alterada de forma masiva por muchas razones. En primer lugar, por el aumento del empleo precario y la aniquilación del movimiento sindical. Cuando los trabajadores no pueden organizarse para exigir un aumento de sueldo en línea con la inflación, no es de extrañar que esta relación deje de ser tan fuerte como lo era anteriormente. Además, estamos en una espiral deflacionaria y eso se debe en parte a este sobreendeudamiento que está limitando los ingresos. Creo que, en parte, es debido a la falta de políticas de gobierno, la falta de gasto fiscal, que se puede ver en el Reino Unido, particularmente. Pero también tiene que ver con la transformación masiva que hemos visto en la misma naturaleza del crecimiento económico desde la crisis financiera. Hay muchos economistas que dicen que estamos entrando en este período de estancamiento secular, donde la tasa de desempleo no aceleradora de la inflación, la NAIRU, ha cambiado de manera sustancial.

Se debe principalmente a la falta de poder de los sindicatos, así como a la escasez en gasto público, pero también a este sobreendeudamiento masivo. No es tan sorprendente que estemos viendo en lugar de la inflación de los precios de consumo, la inflación de los precios de los activos, porque los ricos han sido protegidos en gran medida del impacto de la crisis financiera, mientras que los trabajadores todavía no están ganando mucho dinero y están utilizando el dinero que tienen para pagar la deuda, así que básicamente tratan de llegar a fin de mes.

Lo que hemos visto es el aumento de los precios de los activos, por lo que la inflación de los precios de la vivienda y los mercados bursátiles se han disparado desde la crisis financiera, en parte debido al QE. Hemos tenido inflación, pero ha sido una inflación que ha beneficiado a los ricos en lugar de la inflación normal.

En el libro habla de lo que el filósofo italiano y teórico marxista Antonio Gramsci llama el interregnum: el momento entre la muerte de lo viejo y el nacimiento de lo nuevo. ¿Por qué crees que estamos en este momento? ¿Qué es lo nuevo?

Estamos en un momento un poco Gramsci. Lo que venga se basará nuevamente en esta idea de política de clase, lo determinará el grupo que sea capaz de tomar mayor poder. Estamos enfrentando esta posible lucha entre la extrema derecha, que está buscando usar este momento para institucionalizar ese modelo de capitalismo racista que básicamente mantiene el sistema tal y como es, o el socialismo democrático. Este último es el movimiento que está ganando poder en el Reino Unido con Corbyn, en los Estados Unidos con Bernie Sanders, Podemos en España y Syriza, con menos fuerza ahora en Grecia.

Hay mucha emoción en torno a estas ideas de la izquierda que básicamente desafían al capitalismo al decir que necesitamos socializar la propiedad y democratizar la economía, así como aumentar el gasto en servicios públicos y gravar a los multimillonarios. La diferencia entre capitalismo y socialismo es la propiedad, quién posee las cosas. 

Al socializar la propiedad, ya sea nacionalizar las empresas o que los trabajadores tengan una parte de la propiedad de las compañías, o la idea de la Gestión de Activos por las Personas [People’s Asset Manager, una de las propuestas que Blakeley hace en su libro en que las personas comprarían las acciones de las grandes corporaciones para socializar su propiedad], se desafía el modelo de propiedad privada que sustenta el capitalismo y se democratiza la economía. Esta Gestión de Activos de Personas se administraría democráticamente y establecería los objetivos de las corporaciones en las que invirtiera. Las empresas nacionalizadas obviamente estarían controladas y gobernadas por una combinación de las partes interesadas, como el estado, los trabajadores o las comunidades.

La combinación de expandir la propiedad de estas compañías o socializar su propiedad con controlarlas democráticamente se acerca mucho más a un modelo de socialismo real en lugar de simplemente la socialdemocracia, que sería la expansión del gasto estatal, etc. Creo que este es el tipo de objetivo final.

También está el hecho de que no parece que el capitalismo pueda adaptarse a las crisis que existen actualmente. No será posible enfrentar la crisis climática bajo el capitalismo. Mientras tengamos una economía planificada bajo el propósito del beneficio, no nos permitirá hacer la inversión que necesitamos hacer para facilitar la reducción del cambio climático.

Grace Blakeley, economista e investigadora del Institute of Public Policy Research (IPPR).
Grace Blakeley, economista e investigadora del Institute of Public Policy Research (IPPR). Kevin Walsh

En el capítulo tres del libro describe la situación de Jerome Rogers, un mensajero de la compañía City Sprint cuya trágica historia fue retratada en el documental de la BBC “Killed by my debt” (Asesinado por mi deuda). ¿Qué crees que está sucediendo con compañías como Uber o Dashboard que parece que no están generando las ganancias que deberían de acuerdo con su valor en bolsa y a la vez que recurren a trabajadores autónomos, lo que se conoce como la gig economy? ¿Están sobrevaloradas estas empresas? ¿Estas compañías están  ofreciendo un servicio que cuesta mucho más de lo que dicen y que no sería viable si tuvieran que pagar el costo real?

Pasan dos cosas. En primer lugar, la bolsa de valores de los Estados Unidos está sobrevalorada, principalmente debido al QE, porque se da inflación en el precio de los activos resultado de la compra por parte de los gobiernos de bonos y, por lo tanto, los inversores han cambiado a activos de mayor rendimiento como acciones, lo que ha creado burbujas, particularmente en acciones de empresas tecnológicas donde la gente está excesivamente eufórica sobre la capacidad de estas empresas para generar beneficio. Todas las empresas de tecnología están sobrevaloradas en función de las posibles ganancias futuras que generarían en un período de tiempo razonable. En parte, es el resultado del QE, pero también de que estas compañías tienen una gran cantidad de poder de mercado, por lo que incluso si no generan grandes ganancias hoy, los inversores suponen que se convertirán en grandes monopolios y, por lo tanto, podrán controlar el mercado y  subir los precios. 

También, por supuesto, por el hecho de que tratan mal a sus trabajadores. Se da la suposición de que si puedes ser un monopolio, puedes tratar a tus trabajadores como quieras porque no pueden ir a ningún otro lado.

¿Cree que estamos en una burbuja de empresas de tecnología que ofrecen servicios? Por ejemplo, We Work [compañía de espacios de trabajo compartido] salió con un valor de 47.000 millones de dólares y luego se hundió a menos de 10.000 millones. En realidad, el CEO de SoftBank dijo que perdió al menos 4.700 millones de dólares en su apuesta por la compañía. 

Es una burbuja. We Work es un clásico ejemplo de mucho alboroto sobre una compañía que es una inmobiliaria pero parece tecnológica. Inicialmente hubo mucha emoción en torno a la idea de We Work, pero tan pronto como los inversores realmente ven lo que hace y son capaces de echar un vistazo a sus libros de cuentas, no parece un buen negocio. Honestamente, creo que si We Work hubiera tratado desalir a Bolsa hace dos o tres años, habría sido una situación muy diferente, en este momento todo el mundo espera otra recesión. 

Es obvio que We Work no es en verdad un negocio viable, especialmente a la escala que existe en la actualidad. Pero el hecho de que haya sido asociado principalmente con las empresas de tecnología significa que su fundador pudo convencerse a sí mismo y a los bancos de inversión de que iba a salir por 60.000 millones. Finalmente, el CEO pierde y SoftBank, también. No siento pena por SoftBank. Creo que a medida que nos acerquemos a la recesión, se verá más como los inversores comienzan a ponerse más nerviosos y a prestar mucha más atención a los resultados de estas grandes compañías tecnológicas y se verá una cierta corrección.

¿Qué piensas que debería hacer el partido laborista para proveer una alternativa real a la situación política del Reino Unido que beneficiara a la clase trabajadora y a los más pobres? 

La única forma de ganar estas próximas elecciones es no hablar demasiado sobre el Brexit, porque el Brexit potencialmente divide la coalición que queremos construir, una coalición de clase: los muchos y los pocos, el 99% y el 1%. Las personas que votan por los laboristas no están de acuerdo con el Brexit, por lo que la solución ha sido proponer un segundo referéndum.

Creo que el referéndum terminaría de nuevo por la opción “irse”.  Existe la posibilidad de que la izquierda pueda presentar ideas progresistas sobre abandonar la Unión Europea, de una manera que no esté dominada solo por la derecha, y definitivamente yo estaría a favor de eso.

Ahora, nuestro mayor desafío es lograr que el partido laborista hable sobre temas que realmente afectan la vida de las personas, porque la gente del Brexit. Hemos tenido una década de estancamiento de los sueldos, los servicios públicos no funcionan, tenemos una crisis de vivienda, un colapso ambiental… Estas son las cosas que realmente importan a las personas, estas son las cosas que realmente van a influir en cómo la gente votará en estas próximas elecciones. Cosas como el Green New Deal, la semana de cuatro días, el manejo de la crisis climática, etc. son muy populares, así como las políticas que tienen como objetivo gravar a los multimillonarios y ahogar los paraísos fiscales. Estoy bastante segura de que la agenda que tenemos en este momento contribuirá de alguna manera a convencer a las personas que no están de acuerdo con nuestra posición sobre el Brexit de que deberían votar por el partido laborista.

¿Qué cree que pasará en el Reino Unido después del Brexit? Incluso si es un Brexit blando, ¿cómo será la situación económica?

Si tenemos un Brexit duro [salir sin acuerdo con la Unión Europea], probablemente va a hundir al país en una recesión y también habrá un impacto potencial en la producción económica a largo plazo. Si tenemos un Brexit blando [salir de la UE con acuerdo en el mercado único y la unión aduanera], no se caerá en una recesión porque muchos inversores han asumido un Brexit duro, por lo que un Brexit blando sería un estímulo. Si finalmente no tenemos Brexit, puede que sea un impulso económico a corto plazo. En cualquier tipo de Brexit que tengamos, el impacto en la economía estará determinado por la respuesta del gobierno, así que si se tiene un gran programa de estímulo como respuesta a la salida de la Unión Europea no tendrá el mismo impacto que si se reducen los impuestos y la regulación.

En el libro señala que este mundo financiarizado es una nueva forma de imperialismo que el norte está imponiendo de nuevo al sur. Aún así, ¿cuál cree que es el caso de China?

China ha podido rechazar la lógica del imperialismo porque no se ha conformado con las reglas de la economía internacional, por lo que el FMI, el Banco Mundial, etc. querían que China eliminara los controles de capital y privatizara las industrias estatales para mercantilizar completamente su economía, pero China tiene controles de capital, tiene propiedad estatal y el Estado chino controla donde van las inversiones. Debido a que rechazó la lógica del capitalismo de libre mercado, ha podido sortear esos problemas del imperialismo, que básicamente significan que si eres una economía en crecimiento, las corporaciones extranjeras simplemente entrarán, llevarán a cabo todas las inversiones y repatriarán las ganancias limitando tu desarrollo.

Ahora se está viendo con los BRIC, los países que anteriormente se proclamaban como las grandes economías en crecimiento a las que todos debíamos mirar. Ahora están experimentando problemas profundos: Brasil, Rusia, India -no tanto, pero aún creciendo menos que antes-, y Sudáfrica tiene gobiernos con dificultades económicas. Cuando se combina con lo que está sucediendo en Turquía o Argentina, es como si las perspectivas para la economía global no fueran mucho mejores que las perspectivas para el mundo más rico.

Solo hay que observar la forma en que los inversores internacionales tratan a Argentina, un país que tiende hacia el gobierno de izquierda, vendiendo sus bonos, o  la forma en que el sistema bancario en el norte global se relaciona con los países del África subsahariana. Siempre ha habido un aumento masivo en los préstamos a esos países desde la crisis porque las tasas de interés han sido bajas aquí, pero a medida que las tasas de interés comienzan a aumentar nuevamente, ese dinero potencialmente regresa y deja a esos países en problemas de deuda. Hay países como Mozambique que se encuentran en una situación de profunda deuda y no pueden acceder al capital que necesitan para adaptarse a los problemas del cambio climático.

El imperialismo sigue siendo un gran problema. China lo logró sortear un poco, pero ahora se enfrenta cara a cara con Estados Unidos en esta gran batalla para determinar quién será la próxima superpotencia. La forma en que evolucione será muy determinante, y esto es de lo que se trata la guerra comercial. Si China puede ganar esta batalla, y si no termina en una guerra real, entonces la posición estadounidense en la economía global parece mucho menos sostenible porque si el renminbi reemplaza al dólar como la moneda de reserva global, la deuda estadounidense se vuelve impagable. Hay muchas tendencias realmente importantes a tener en cuenta. La economía mundial en una década no va a ser como la que tenemos hoy.


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